por
Martín A. Cagliani (*).
A pesar de que las grúas y
ascensores primitivos, accionados con energía humana y animal o con
norias de agua, estaban en uso ya en el siglo III a.C., el ascensor
moderno es en gran parte un producto del siglo XIX. La mayoría de los
elevadores del siglo XIX eran accionados por una máquina de vapor, ya
fuera directamente o a través de algún
tipo de tracción hidráulica.
A principios del siglo XIX los
ascensores de pistón hidráulico ya se usaban en algunas fábricas
europeas. En este modelo la cabina estaba montada sobre un émbolo de
acero hueco que caía en una perforación cilíndrica en el suelo. El
agua forzada dentro del cilindro a presión subía el émbolo y la
cabina, que caían debido a la gravedad cuando el agua se liberaba de
dicha presión. En las primeras instalaciones la válvula principal
para controlar la corriente de agua se manejaba de forma manual
mediante sistemas de cuerdas que funcionaban verticalmente a través
de la cabina. El control de palanca y las válvulas piloto que
regulaban la aceleración y la deceleración fueron mejoras
posteriores.
En el precursor del ascensor de
tracción moderno las cuerdas de elevación pasaban a través de un
rueda dirigida por correas, o polea, para hacer contrapeso en las guías.
La fuerza descendente que ejercen los dos pesos sostenía la cuerda
estirada contra su polea, creando la suficiente fricción adhesiva o
tracción entre las dos como para que la polea siguiera tirando de la
cuerda.
En 1853 el inventor y fabricante
estadounidense Elisha Otis exhibió un ascensor equipado con un
dispositivo (llamado seguro) para parar la caída de la cabina si la
cuerda de izado se rompía. En ese caso, un resorte haría funcionar
dos trinquetes sobre la cabina, forzándolos a engancharse a los
soportes de los lados del hueco, así como al soporte de la cabina.
Esta invención impulsó la construcción de ascensores. El primer
ascensor o elevador de pasajeros se instaló en Estados Unidos, en un
comercio de Nueva York en 1857. En la década de 1870, se introdujo el
ascensor hidráulico de engranajes de cable.
En 1880 el inventor alemán Werner
von Siemens introdujo el motor eléctrico en la construcción de
elevadores. En su invento, la cabina, que sostenía el motor debajo,
subía por el hueco mediante engranajes de piñones giratorios que
accionaban los soportes en los lados del hueco. En 1887 se construyó
un ascensor eléctrico, que funcionaba con un motor eléctrico que hacía
girar un tambor giratorio en el que se enrollaba la cuerda de izado.
En los siguientes doce años empezaron a ser de uso general los
elevadores eléctricos con engranaje de tornillo sin fin, que
conectaba el motor con el tambor, excepto en el caso de edificios
altos. Los ascensores eléctricos se usan hoy en todo tipo de
edificios. El World Trade Center en Nueva York (EEUU), con sus dos
torres de 110 pisos, tiene 244 ascensores o elevadores con capacidades
de hasta 4.536 kg y velocidades de hasta 488 m/min. El edificio
Sears-Roebuck en Chicago, de 110 pisos, tiene 109 ascensores con
velocidades de hasta 549 m/min.
(*) Estudiante
de Antropología Arqueológica e Historia en la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
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