Reflexiones
sobre el mantenimiento de obras
Durante
una reunión informal entre miembros de un consejo de administración,
el propio administrador del edificio (una torre de la calle French) y
un contador que oficiaba ocasionalmente de auditor en razón de su
amistad con dos copropietarios, se suscitó un animado debate acerca
de las tareas de mantenimiento. El tema surgió a raíz de la
advertencia de un ingeniero, también copropietario, que señalaba los
riesgos del desmantenimiento en algunos aspectos de la funcionalidad
del consorcio, no obstante la obligatoriedad de ciertos trabajos en
virtud de ordenanzas vigentes.
Al parecer, no todos están al
tanto de las nuevas redacciones y actualizaciones de ordenanzas y
decretos en cuestiones donde está comprometida la seguridad de los
moradores en edificios de PH. El problema económico es excluyente de
cualquier otra consideración y las argumentaciones del administrador
en el sentido de tomarlas en cuenta no influían demasiado.
El consejo se mantenía firme en
la limitación de los gastos; a su vez, el administrador, opinaba que
el cumplimiento de las normas de seguridad no debía hacerse únicamente
como acatamiento a las normas municipales, sino también por la
seguridad de los miembros del consorcio, de los cuales él se sentía
responsable.
El auditor pretendió opinar pero
el administrador --aprovechando con sagacidad la presencia de
numerosos copropietarios y a modo, quizá de definir el rol del
auditor--, respondió: "Respeto su opinión a título personal,
pero como auditor creo que lo que corresponde es que usted controle si
hay una fiel correspondencia entre lo gastado y lo pagado y, lo que no
está demás, preguntarle a los copropietarios, informalmente, que les
aprecio la calidad, rapidez y comportamiento de la empresa prestadora
del servicio"
Y otra vez surgió el interminable
debate entre la desigualdad de precios y desempeño entre los propios
contratistas o proveedores, etc. etc. No es fácil hacer entender a
los consorcistas que "el ajuste de un presupuesto --como nos
dijera un profesional-- está en función de la calidad" y agregó:
"Observo que algunos administradores se esfuerzan por entender lo
que pasa en el edificio pero los copropietarios no lo advierten o no
lo reconocen. Incurren en el remanido error de estar sólo pendiente
de los precios, dejando de lado antecedentes técnicos,
responsabilidad para el cumplimiento en tiempo y forma y rigor para el
control de la mano de obra durante la ejecución de los trabajos,
mediante un minucioso seguimiento. Naturalmente, cuando se trabaja en
serio todo tiene un costo, el que se verá compensado luego con la
duración y excelencia del trabajo realizado"
Lógicamente un contratista que
opina y actúa de esa manera, sólo puede aportar méritos a la
reputación de un administrador.
Además, el aspecto hace a los
seguros e impuestos, un tema que debe ubicarse en primer plano por los
riesgos económicos que involucran, no siempre está sujeto a la ley
cuando el regateo es excesivo.
En El Cronista, leímos tiempo atrás
-a cargo del experto en problemas del consumidor, contador José L.
Raboy - ". ..hay muchos consorcios que cambian de administrador
frecuentemente y concluyen pagando cada vez más." es decir,
"...se le echa la culpa de las altas expensas al administrador,
generalmente sin un debido análisis de la situación." De todas
las alternativas, incluyendo la autoadministración, la más
conveniente es la "participación", interviniendo en la
discusión de los trabajos a realizar, la programación y prioridad de
los mismos, constitución de reservas, etc. Y evaluar con el consejo y
los copropietarios interesados, junto con el administrador los
presupuestos y los antecedentes técnicos y profesionales de los
contratistas y prestadores de servicios. Así también se percatan de
que el atraso en el mantenimiento es causa decisiva en el
encarecimiento posterior de cada tarea.
No obstante, un factor de
creciente preocupación que involucra al administrador y a sus
administrados, es la incidencia en los gastos que emana de la
obligatoriedad de cumplir inexorablemente con varias ordenanzas. Es
inocultable su gravitación en las tareas de mantenimiento, pero también
éste constituye una obligación si se quiere obtener seguridad,
confort y sostener el valor patrimonial, atributos que también atañen
a la gestión administrativa.
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