Una
geografía hostil a los discapacitados
La
Capital Federal y el Gran Buenos Aires siguen siendo hostiles con los
discapacitados motores, manteniendo obstáculos que perturban o directamente
impiden la circulación de personas en sillas de ruedas.
Las
estaciones ferroviarias y de subterráneos que contienen escaleras y que todavía
no han dispuesto ninguna medida para facilitar el acceso de los discapacitados
son la evidencia más clara del trato discriminatorio.
Salvo
casos excepcionales, no hay semáforos sonoros para ciegos. Veredas rotas, pozos
en las calles y colectivos no aptos para discapacitados conforman más castigos
para quienes tienen una desventaja física.
En
el área metropolitana, sobre una población de 12 millones de personas, 360 mil
mujeres y hombres tienen discapacidad motriz, y 18 mil de esas personas
se movilizan en sillas de ruedas. Un uno por ciento padece discapacidad visual;
hay un porcentual similar de discapacitados auditivos y un tres por ciento de
otras discapacidades.
Todo
este universo de personas con disminución física choca a diario con la
persistencia de obstáculos que son intolerables en cualquier sociedad ordenada
y que siga principios básicos de
Justicia.
Esta situación se debe a una falta de conciencia o de interés por la suerte de
quienes necesitan contar con una infraestructura especial.
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Fuente:
Clarín
11 de junio del 2002
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