Nota
de Autor
El
argumento obsceno
Los
adultos tenemos opiniones formadas, especiales y particulares, sobre casi
todos los temas de nuestro conocimiento. En general, así lo hacemos saber a
todos aquellos que nos rodean y a mí me parece correcto.
Aquellos
que opinan de una misma manera (o parecida) y que comparten un objetivo, sea
éste político, social, cultural o de cualquier otro tipo, tienden a
agruparse y luchar juntos para lograrlo. Eso se llama participación social y
marca una diferencia importante al compararlo con aquellos que se mantienen
apartados o indiferentes amparados bajo el famoso “no te metás” tan
argentino, que los lleva a una nula interacción en el mismo ámbito en el que
se desenvuelven.
Dentro
de esos grupos y según las características de cada uno, se eligen a aquellos que
son los más capaces para llevar adelante los objetivos planteados,
tanto por su capacidad de análisis, su prestigio social o profesional como
por su
capacidad estratégica-política para llevar a buen puerto los objetivos que
el grupo se planteó. Y esto funciona así, tanto en una pequeña fundación
profesional como en la nación más poderosa del planeta.
El
administrador Jorge Hernández, presidente de una fundación que agrupa
administradores, tiene motivos sobrados para estar enojado. Las cosas no
le están saliendo muy bien en los últimos tiempos y ha tenido que ceder
terreno en varios frentes, replantear sus estrategias de lucha y
comenzar a leer más detenidamente el mapa del escenario donde se mueve que,
según el mismo dice, está plagado de adversarios poderosos que le restan,
actores que no le suman y adherentes tibios que no siempre salen a cubrir a su
líder con la cintura y la velocidad que la acción requiere. Pero aquel, que
alguna vez en nuestro boletín llamamos el "viejo general" y que él
mismo, divertido, contó que se lo confundió con un almirante, es un hombre
alto, fuerte, de contextura pesada, de espaldas anchas... un verdadero
luchador que no se rinde y así se fue ganando palmo a palmo el respeto de
amigos y enemigos.
Y
así lo vi yo hasta el sábado pasado.
Su
último programa de radio semanal (3/5/2003) que se transmite justamente ese
día el Sr. Hernández lo dedicó a comentar sus innumerables críticas a los
organizadores del evento, al que él asistió en calidad de
invitado especial por nuestro medio, a los legisladores y funcionarios que disertaron y
a algunos de los prestigiosos asistentes . Sin embargo nada de esto me parece
inusual o fuera de lugar dado que Pequeñas Noticias abrió ese espacio
en el Centro de Gestión y Participación Nº 7 justo para eso: acercar
la palabra de los funcionarios a los actores sin intermediarios, para fomentar
la participación y el debate de ideas en un país que es famoso por la
apatía de sus ciudadanos.
Pero
cuando escuché que ese hombre, grande, fuerte, presidente de una fundación,
conductor de un programa de radio, director de una revista y que, en su
momento, confesó estar evaluando una candidatura dentro de la Ciudad de
Buenos Aires arrastraba a mi madre, de 74 años, que no es ni propietaria, ni
administradora, ni encargada, ni proveedora dentro de ese pantano de dolor en
el que se debatía, me sentí profundamente defraudado.
Aunque,
gracias a Dios, no hubo ninguna repercusión de los dichos de Jorge Hernández en
su programa de radio porque nadie de nuestra familia ni ningún conocido lo
escucha, no necesito explicar los sentimientos que pudieron embargarme en ese
momento y no quiero extenderme en ellos por considerarlos muy íntimos y
valiosos para exponerlos en público. Por supuesto a mi madre, como hijo, le dí las explicaciones del caso.
Sólo
quiero compartir con mis lectores algunas reflexiones que puedan ser más
valiosas que mis sentimientos personales.
Mi
madre asistió a ese evento, aunque no entiende mucho del tema consorcial por
estar muy alejada de ese tema, sólo para ver y acompañar a su hijo en un
evento que sólo era importante para ella porque lo veía a través de los
ojos de su hijo.
Espero
que alguna madre o padre de entre mis lectores pueda entender mis palabras.
Tampoco es una mujer poderosa dentro de la economía o la política: es viuda,
vive muy modestamente y luego de una vida entera dedicada al trabajo al lado
de mi padre es una beneficiaria resignada a esa jubilación indigna que le
otorga el Estado Argentino a sus abuelos.
A
mí no me parece propio de un "señor" de la talla del presidente de
Fundación Reunión de Administradores que arrastre a una señora a la que no
conoce (porque nadie se la presentó) a esa guerra que lleva contra los
legisladores, los funcionarios, parte de sus colegas, parte de los
propietarios, la mayoría de los grandes medios y todos aquellos que piensa o
siente que son sus adversarios.
Y
menos que menos él...
Nunca,
en Pequeñas Noticias hablamos de su vida privada, ni pasada ni
presente. Nunca hicimos ningún comentario sobre las circunstancias familiares
trágicas por la que pasó, aún en aquellos casos en que los que él mismo
las mediatizó. Siempre se lo trató con el respeto que se merece todo ser
humano.
En
Pequeñas Noticias nunca publicamos, ni publicaremos, material personal
que obre o llegue a obrar en nuestro poder sobre él, sus familiares o sobre
ningún otro por considerar que no es ético y no hace a la cuestión de
fondo por la que deben pasar los debates entre gente culta y civilizada que es
la discusión sobre las ideas.
Yo
puedo entender su momento de dolor frente a los funcionarios que, a pesar de
todas sus esfuerzos y frente a toda la comunidad consorcial, certificaron su
derrota en esa guerra en la que no puede
acreditar batallas ganadas.
Pero
no puedo entender el argumento obsceno(1).
Un
"general" puede perder una guerra y seguir siendo respetable porque
sus adversarios fueron poderosos y al final del camino también es un honor
perder a manos de los mejores y todavía le pueden quedar muchas batallas por
pelear.
Pero...
¿Cuál es el crédito que espera lograr metiéndose con una anciana de 74
años que no tiene nada que ver...? ¿Piensa que va a ser recordado por su
feroz valor luego de ese memorable programa de radio...? ¿Piensa que los
socios de Fundación Reunión de Administradores, aquellos que le pagan su
cuota mensual para que defienda sus intereses, se sentirán representados y
orgullosos de sus dichos...? ¿Piensa que ellos sienten que realmente está
haciendo progresar la causa de su Fundación..?
Me
siento profundamente triste y defraudado por aquel que, en algún momento,
pensé que era un luchador y "un caballero".
La
vida es un perpetuo dar examen.
A
algunos les va bien.
A
otros le va mal...
...y
a pesar de todo la vida continua...
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Claudio
García de Rivas
director
Pequeñas
Noticias
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1.-
Obsceno, na: (del latín obsēnus). adj Impúdico, torpe,
ofensivo al pudor (Enciclopedia Clarín - Tomo XVIII).
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