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Curso de sueldos para Propiedad Horizontal

Sistema 9041 para la administración de consorcios...


Adm. Gustavo Karcher.

Adm. Gustavo Karcher.

Correo de Opinión

El universo consorcial visto desde la óptica del Tarot por el Adm. Gustavo Karcher

En esta entrega presentamos el 5º de los 22 Arcanos Mayores del Tarot y su significado arquetípico en relación a la propiedad horizontal.

El Hierofante (Arcano Mayor V)

Una de las peculiaridades de los seres humanos, es creer lo que no es cierto; o que lo que percibimos como "realidad", es lo mismo que todos perciben.

El rojo que yo veo, ¿es el mismo rojo que el otro ve? ¿Y cómo sé que lo que el otro llama "rojo", es rojo tal como yo lo veo, y no celeste o verde?

A veces el error de percepción, está consensuado por el común de la gente, pero eso "no valida" como cierto el objeto de nuestra percepción. Y sin embargo, todos viven en base a esas falsas convenciones creyendo estar en lo cierto, por la simple razón de que el mundo no se cae… Por ahora... y mientras tanto.

De modo que, dentro de esas creencias, vivimos como si lo falso fuera auténtico; en tanto pretendemos que el otro sea funcional a esas creencias. En otras palabras: vivimos en un hilo de realidad que no se condice con las propias reglas de la existencia (las naturales) ni con las trazadas por las convenciones jurídicas entre los sujetos (reglas del Derecho).

Locura consensuada, o la anomia como regla

El mejor ejemplo lo vemos en propiedad horizontal: el nieto que vive en la casa del abuelo; el inquilino; la hija del inquilino; la viuda que no forma parte de la sucesión; el Fulano que habita en la casa de un amigo; el "okupa" propiamente dicho; el sobrino del dueño; el novio de la dueña; etc.; no son más que habitantes de un bien en condominio, que no es otra cosa que la unidad funcional que los cobija, pero ninguno de ellos es el propio dueño; no tienen ninguna relación jurídica sobre la misma; y en tanto no pueden demostrar su enseñoreo sobre la cosa en sí, son nada respecto a sus potestades, y más que cuestionables los derechos pretendidos.

Es más: siquiera la fehaciente confianza que el dueño verdadero les deposite (o no) a dichos ocupantes, genera derecho real alguno sobre la cosa ocupada, pero lo viven como si eso fuera cierto y eso es psicosis[1]; desatino; disparate; simulación o "engaño". Y la diferencia estará sólo dada por la forma en cómo el habitante tomó posesión del bien en donde habita.

No decimos que el hijo que vive en el departamento de su padre lo esté engañando ni es un usurpador o intruso; pero siempre y cuando no demuestre un instrumento que le otorgue potestad alguna (como ser "un poder") que lo mandate para actuar como si fuera el otro (el legítimo titular del dominio); dichas pretensiones estarán muy fuera de la realidad, serán absurdas, antinaturales y refutables desde lo lógico tanto como desde lo jurídico.

Pero como los otros integrantes de la comuna (los consorcistas) son tan ignorantes como el hijo de su padre, asistirán a asamblea, firmarán como dueños, opinarán, decidirán, harán, nombrarán, destituirán; y hasta exigirán y reclamarán bajo amenaza de iniciar acciones legales por tal o cual razón, hecho o motivo. Y muchas veces —inclusive— violando cualquier tipo de convención establecida en el propio reglamento de copropiedad y administración del edificio, leyes nacionales o locales, ordenanzas, reglamentaciones, disposiciones, resoluciones, actas... que al fin de cuentas, dicen otra cosa o todo lo contrario de lo que un grupo de negligentes decide por mayoría (con suerte), o minoritariamente contra estatus reglamentario.

Loco mundo el nuestro, pero eso es parte de nuestra lamentable realidad. O como diría Charly García: "es parte de la religión" en el mejor de los sentidos figurados; y en donde usando filosofía barata y zapatos de goma (siguiendo con la paráfrasis de tan controvertido músico argentino) pretendemos llevarnos el mundo por delante y que nos den la razón constantemente, aún en el absurdo como ante el inocultable desastre de lo cual somos la parte y el todo a un mismo tiempo, para mal de algunos y pesar de pesares.

«Y a vos, ¿quién te patrocina?»

En este orden de cosas, la figura del Hierofante[2] -como arquetipo del Tarot- cobra vital importancia; porque sin ser brujo hace de brujo; sin ser mago oficia de tal porque conoce las reglas del artilugio; sin ser un emperador sabe de qué se trata el liderazgo; sin ser sacerdote (en el sentido estricto del término) sabe oficiar como el mismo; y de ahí su vital maestría; el incuestionable poder de lo que expresa su arquetipo.

El Hierofante no es letrado, pero conoce la ley y enseña a respetarla, cumplirla y hacerla cumplir con la propia coherencia que las normas reclaman. No es juez, pero administra justicia a través de guiar al otro hacia el conocimiento de las diferencias entre lo justo y lo injusto. No es un emperador, pero enseña a respetar la autoridad mostrándole a quien fuera, de dónde surge el principio. No es un dios, pero entiende el significado de la palabra "propósito". No es un sacerdote, pero puede oficiar de consejero espiritual.

En otras palabras: es un oficiante. Como los administradores de consorcios, que sólo por el hecho de serlo, deben saber mucho de todo (derecho, arquitectura, contabilidad, ingeniería, filosofía, psicología, etc.); a fin de mantener en equilibrio "la cosa" sobre la cual le fue conferido el mandato.

Y esa "cosa", no es otra que el "consorcio de propietarios" como sujeto ideal; el "edificio" como cosa material; la "comuna consorcial" como sujeto colectivo. Tres estatus de una misma cosa, lo que ya es bastante.

Respecto a esta última (la comuna), es bueno recordar que no sólo está compuesta por "copropietarios", sino por todo aquél que por razón alguna (justificada o casual), habita dentro de la cosa inmueble sobre la cual, "al administrador", se le confirió la guarda y representación jurídica como si fuera la propia cosa representada: "el Consorcio de Propietarios"[3].

Los oficios del Hierofante

De todo lo antes dicho, los múltiples oficios del Hierofante lo ponen en un lugar de saber, responsabilidad y respeto, como pocas figuras en el mundo. Pero si de su saber hace cultura, de suyo entonces el propósito de educar a la bestia que todos llevamos dentro. Y esa educación, no está en otro lugar más que en el propio espíritu de cada quien de nosotros.

Dicho esto, el Hierofante está allí para ponernos en contacto con nuestro propio conocimiento de sí y de la realidad que nosotros mismos recreamos como parte de un supuesto, conforme traducimos el presente, influenciados por el influjo del futuro y el efecto del pasado. Todo lo cual impacta y modela nuestro ser espiritual aquí y ahora.

De ahí entonces que su figura (y más allá de sus oficios) expresa la impronta de un arquetipo que a través de la materia, nos imparte una enseñanza sutil conforme al recto camino del espíritu.

Veamos algunos ejemplos prácticos: si yo creo que mi libertad es infinita, esa creencia alimentará mi espíritu. Y entonces, conforme a tal precepto, actuaré en consecuencia. Pero también me creo bueno y justo. De modo que la extralimitación de mis libertades, así afecten la libertad de los demás, estará autojustificada por mis propias creencias conforme a mis propósitos. De lo cual deduciré que la queja de los demás ante mi "avance" desmesurado, no tiene razón de ser y son ellos los equivocados.

Aquí es donde la figura del Hierofante cobra vital relevancia; porque será él quien se encargue de hacerme ver el error de mis conceptos, la consecuencia de mis actos, la violación de las reglas, y el precio que habré de pagar por mi ignorancia convertida en simple prepotencia "autosatisfactiva", o le haré pagar a los otros injustamente, en tanto resulten directa o indirectamente afectados.

Otro ejemplo: soy dueño de mi propiedad pero siquiera sé que existe un reglamento; entonces actúo como si viviese en una casa común y corriente en un barrio de casas bajas. De ello entonces que modifico todo conforme a mi gusto o mis necesidades, sin contemplar los riesgos que pueda causarle al edificio, y con ello a mis semejantes o a mí mismo.

Entonces viene el administrador y me dice que he violado el reglamento, del cual yo no tenía ni la menor noticia de su existencia, o la tenía pero no lo leí, o lo leí pero no entendí nada, o entendí... sí... claro... pero me lo pasé por el sobaco. Y peor aún: me dice que no sólo he violado el reglamento sino que violé los planos, las normas edilicias locales, una que otra ley de la Nación... y de mi ilimitado espíritu liberal, de puro ignorante o lo que fuera, me he convertido en un infractor, un peligro para el conjunto, o como se dijo antes: para conmigo. ¿Será para tanto?

Obviamente odiaré al portador del mensaje. Tal vez salga a difamarlo para restarle poder. Y como la fábula del rey chino, procuraré hacer matar al mensajero (involucrando a otros ignorantes como yo o meros "cachafaces") para que con él, muera el asunto del mensaje y me salga con la mía.

En otras palabras: a este santo varón, que regla en mano ha venido a notificarme del error —por el bien y en nombre de la comunidad consorcial, según me dice—, deberé satanizarlo para que todos vean en él, cuernos en lugar de un aura; o la sacrílega encarnación de Belcebú.

Una suma de alienados

Dentro de un universo de locos, este soy yo, me presento: negligente, necio, irresponsable, egoísta, mesquino, prepotente, ignorante, especulador, temerario, difamador, o simplemente: un pobre diablo; un auténtico alienado. Pero dado que en propiedad horizontal hay muchos que piensan y obran a mi manera (sean éstos propietarios o no); muchos que mamaron de una misma fuente cultural de jactanciosa mediocridad conformada en idiosincrasia, el riesgo de "perder la cabeza" decapitado por los locos que ha de correr el Hierofante, es grande en relación al grado de consenso que tenga la locura de cada comuna, Vg.: "cada consorcio de propietarios".

De modo que para la comunidad consorcial (recordemos que no todos son propietarios como dicen ser), el Hierofante es como una suerte de fastidio que con sus malditos conocimientos de lo oculto y lo prohibido, lo que es obvio y los permisos, viene a jodernos la vida para deschavarnos en privado, o públicamente conforme a nuestras resistencias. "¡Cómo diablos se nos ocurrió designar a este cretino; si antes vivíamos para el garete, pero bien al fin y al cabo... aunque quejándonos todo el tiempo!".

Como "el renegau" Inodoro Pereyra —inmortal personaje gaucho del "negro" Fontanarrosa— quien al ser consultado sobre su estar, respondía siempre muy suelto de cuerpo: "mal mi amigo, pero acostumbrao".

Ese es el común razonamiento de la gente, que viviendo bajo el régimen de propiedad horizontal, no quiere que la saquen de su zona de confort, ¡su bendita zona segura!, así se le venga la pared encima o el techo, se lo coman las pulgas, piojos o garrapatas.

«Y ahí está como siempre el Hierofante, con sus Tablas de Moisés (el maldito reglamento) bajando del Sinaí por obra y gracia divina, para jodernos la vida al prójimo (yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos) que sólo pretendemos pasarla bien, rehusándonos a pagar el precio[4].» That's the question!

Las enseñanzas del Hierofante

Una de las principales razones filosóficas del Hierofante, es que «no hay un "yo" en el "equipo", y que el bienestar de muchos es más importante que el bienestar de uno[5]

Tal filosofía se basa en restringir los actos cotidianos por naturales que parezcan, redireccionándolos (per se) hacia las normas consensuadas por las reglas del sentido común, o aquellas normas jurídicas que los representan.

"Interpretar, cumplir y hacer cumplir el presente reglamento", imponen la mayoría de los instrumentos que rigen la vida en propiedad horizontal con respecto a las obligaciones del propio administrador; a quien —como representante legal del consorcio de propietarios—, se le otorga tal mandato por imperio del Código Civil, la propia Ley 13.512 de propiedad horizontal, y el fastidioso reglamento; al cual muchas veces sin saberlo (más de las que supone) adhiere incondicionalmente el titular del bien inmueble cuando firma la escritura.

De modo que con las reglas en la mano, los objetivos del Hierofante son procurar el equilibrio entre la ley y el orden, en base a las normas que sustentan los grupos a los cuales se halla jurídicamente vinculado. Pero en razón de ello, éste no hace énfasis entre lo positivo o negativo, sino que apunta en dirección de respetar y hacer respetar la tradición, que descansa (en nuestro caso) en las normas del Derecho.

En otras palabras: es la reconducción hacia lo ortodoxo. El no salirse de la huella. El respeto por las reglas, el orden, la ley y el bien común. Y para ello, no tendrá más remedio que modelar el espíritu de grupo partiendo del individuo incurso en el error, del transgresor o el reo; ese que vocifera a los cuatro vientos, desparramando saliva y haciendo círculos en el aire con su dedo índice: "¡yo soy yo y a mí... nadie me da órdenes porque la libertad es libre, estamos en democracia, y yo aquí hago lo que se me da la gana si ésta, es mi casa; y en mi casa, sólo mando yo y se acabó el asunto!".

Todo un tipazo yo; un auténtico demócrata de pura cepa.

La figura invertida

Como es sabido por muchos, algunas veces las cartas aparecen invertidas; y en las tiradas del Tarot, esto es muy significativo. En ese caso, la energía que expresa dicha baraja cabeza abajo, es la contraria a lo que el arquetipo representa. Por caso, tratándose aquí del Hierofante, estaremos percibiendo entonces que alguien quiere salirse de las reglas, romper con las convenciones; lo cual no siempre es contraproducente; aunque a veces preanuncie un desastre.

Puede darse el caso que sea el propio Hierofante quien deba oficiar de "transgresor"; puesto que si éste ve que es el propio conjunto quien se mueve conforme a normas y costumbres absurdas y/o antirreglamentarias (el poder de lo consuetudinario) o ha decidido patrocinar la inercia hacia lo desuetudo, querrá reconducir al descarriado rebaño hacia el sendero de lo correcto; porque él y sólo él, puede ver (si ya fue convocado para ello en la figura del Administrador o lo "sabe" por motu proprio), que las consecuencias de tal descarrío resultaron graves; o ése será el final tarde o temprano según se vislumbra.

Otras veces sucede que "descubre" que la causa del desastre reside en el propio reglamento, y revelando el secreto ante la comuna, decide imponer una nueva dirección que si bien resulte ser nada ortodoxa, reconducirá el todo hacia el beneficio del conjunto y de la cosa representada: "el consorcio como tal". Lo cual puede resultar en una modificación formal del reglamento, o convenir instrumentar el acto por intermedio de una asamblea mayoritaria, genuinamente representada por los legítimos dueños.

Todo lo cual le demandará al Hierofante una mente abierta, dispuesta a aceptar ideas nuevas y formas de pensamiento no convencionales, que lo acompañarán (si es que no surge del Hierofante mismo) hacia el camino del éxito en su gestión.

En otras palabras: todo es cuestión de intuición, conocimiento, don de lo oportuno, y plena maestría. Todo es cuestión de ser "un auténtico Hierofante"Envíe desde aqui su comentario sobre esta notaVolver al indice

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[1] Psicosis. Término genérico utilizado en el campo de la psiquiatría y la psicología, que refiere a un estado mental descrito como escisión o pérdida de contacto con la realidad. Los psicóticos, pueden manifestar alucinaciones o delirios a la vez que presentan cambios en su conducta como consecuencia de un pensamiento desorganizado. Hay tres tipos de psicosis: orgánica (daño cerebral); psicológica (traumática) y social (cultural o consensuada).

[2] Hierofante o Gerofante (del griego ἱεροφάντης, “el que hace aparecer lo sagrado”) es un rango dentro de los sacerdotes de la antigua religión griega, concretamente el sumo sacerdote del culto de Eleusis en el Ática así como los de otros cultos mistéricos. Se le consideraba un intérprete de los misterios sagrados y era el encargado de instruir a los iniciados en dichos misterios. || Fuente: Wikipedia.

[3] Art. 9º, 10º y 11º de la Ley 13.512; Art.1869 y ss. del Código Civil argentino; Art. 9º de la Ley 941 de la CABA.

[4] Tradúzcase por “expensas”, conforme al Art. 8º de la ley 13.512 de propiedad horizontal argentina.

[5] El Tarot Universal de Waite. Edith Waite. Editorial Sirio S.A. Pág. 64. I.S.B.N. 84-7808-401-0

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Este texto no ha sido corregido por la redacción a pedido del autor

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