Sr. Director de Pequeñas Noticias:

Desde que el mundo es mundo el hombre priorizó la necesidad de tener un techo para proteger a su familia. Esa necesidad, sigue siendo la misma y las dificultades para acceder a una vivienda digna siguen tropezando con distintos escollos. El primero, la falta de medios económicos para adquirir esa vivienda; después, la falta de seriedad por parte de los distintos gobiernos para encarar planes verídicos, sobre todo para las clases menos pudientes para no ilusionarlos en vano después de pasar años esperando. Cuando esto sucede, la consecuencia lógica es lo que vemos en los noticieros: la toma de casas o terrenos porque el déficit habitacional es la materia pendiente de todos los gobiernos y la negación del problema no es la solución.

Es por eso que el criterio que adoptan las autoridades competentes, con respecto al sector de ciudadanos que pudieron acceder a una vivienda, es realmente incomprensible.   Esto sucede cada vez con más frecuencia y presión en contra de los propietarios consorcistas que no piden nada, que le dan trabajo digno a muchísima gente y que como carecen de representantes legales que los defiendan en las paritarias, corren el peligro, como en el caso de los jubilados que viven en estos edificios, de perder su único bien (su techo) porque ya no pueden pagar las expensas.

¿Quién ganaría engrosando la lista de los que viven en la calle? Se necesita de mentes diabólicas y a esas mentes me dirijo: la propiedad privada, es eso, privada, y es un derecho adquirido. No hay que tirar de la cuerda más de lo que la cuerda resiste. El país es de todos y es lo suficientemente grande y generoso para que podamos vivir en paz todos.

Dirijan sus energías no en destruir, sino en darle solución urgente a los que tanto la necesitan y de paso no maten a la gallina de los huevos de oro.

Saluda a Ud.