Los
5464 zombis avanzan o el regreso de los "muertos" muy vivos.
La
fantasía y la realidad conviven en la vida de los consorcios.
Había
una vez un Reino en el que casi todos sus habitantes vivían en casas que
se apilaban, unas sobre otras, similar a los departamentos de un edificio
de PH.
Como
toda comunidad tenían reglas que algunos cumplían y otros no, también
solían reunirse para acordar convivir en armonía pero era difícil
porque los intereses y recelos particulares pesaban más que los comunes.
Casi como en nuestros consorcios.
En
ese Reino, los problemas de sus súbditos no le importaban demasiado al
Rey, éste solo demostraba interés en cobrar los tributos para mantener su
Corte.
Todo
siguió así hasta el día en que al Rey no le pareció suficiente la
recaudación y pidió consejo a sus amigos y a sus asesores.
Primero
llegaron los amigos y se comprometieron a ayudar al Rey para aumentar la
opulencia de la Corona, claro que a cambio necesitaban algunas prebendas
como la de obligar a los habitantes a realizar periódicamente trabajos en
sus viviendas y que solo ellos tuvieran la exclusividad.
Casi
como en nuestros consorcios con la caterva de abonos mensuales.
El
Rey emitió los edictos, los amigos empezaron a vivir mejor y la Corona
aumentó sus ingresos.
Como
vivir en las viviendas apiladas fue más caro, algunos vecinos
constituyeron asociaciones y/o entidades, algunas unipersonales, con el
objetivo de enfrentar los abusos reales.
Pasó
el tiempo y los asesores vieron al Rey preocupado porque otra vez no
aumentaban los ingresos del reino.
Para
mantener su confianza y no perder el trabajo, le aconsejaron tomar el
control absoluto sobre lo que hacían los habitantes en las viviendas
apiladas del Reino.
Como
todo servicio prestado por el Reino tendría un costo y podría aumentar
los tributos, además la Corona tendría tanta información que podría
compartirla con sus amigos a cambio de cierta colaboración.
Para
que los súbditos no se negaran también le recomendaron crear monstruos y
fantasmas que solo desaparecerían si aceptaban el control y la
protección del Reino.
El
monarca podría mostrarse como defensor de sus súbditos, "luchando
como el Quijote contra los monstruosos molinos de viento".
Finalmente
para evitar que se quejen del aumento de los tributos, el magnánimo Rey
debía prometer que les devolvería algo de lo que les venía cobrando
desde que favoreció a sus amigos. Aclaro que si esto sucediera en
nuestros consorcios sería casualidad, porque este es un cuento de
ficción.
El
Rey lo formalizó y se sorprendieron porque los habitantes ni se
inmutaron, todo lo contrario, se creían los fantásticos peligros reales
y que ahora iban a descansar tranquilos bajo la protección real.
Los
asesores se dieron cuenta que solo habían logrado mantener su trabajo y
la confianza del Rey, pero nada que llenara más sus bolsillos.
Entonces
se les ocurrió pedir la venia real para reflotar una vieja norma que se
había derogado por protestas de los súbditos que habían sido
incentivados por los que se llamaban, a sí mismos, sus representantes.
La
astucia de los asesores les indicó que ahora necesitaban interesar a esos
supuestos representantes que antes habían fomentado la protesta.
Este
Reino es imaginario y toda semejanza con la derogada Ley 5464 es pura
coincidencia, esto es así porque nuestro hombre político
"nunca" tropieza dos veces con la misma piedra, o sí?
Los
asesores hablaron en privado con ciertos auto-designados representantes,
de principios algo maleables a cambio de un reconocimiento oficial y/o un
emolumento, para conformar un nuevo Consejo de Notables y evitar nuevas
rebeliones.
Los
súbditos que viven en las casas apiladas, casi como nuestros
departamentos, deberían pagar obligatoriamente, por orden del Rey, la
dedicación y el trabajo de este nuevo Consejo.
Los
asesores del Rey y sus cómplices trataron de ocultar el acuerdo pero el
movimiento de las sombras delataron al renovado monstruo jurídico que
obedecerá sólo a algunos viejos conocidos personajes.
Como
el borrador de este cuento ya existe y su texto asusta de verdad, este
EXORDIO lo escribo sólo para que, una vez que se dé a conocer, estén
preparados para las intensas emociones que generará en nuestra libertad.
Esperemos
que solo quede en borrador para que no suceda como en las películas de
ciencia ficción en las que, con el paso del tiempo, la realidad supera la
imaginación