Estimado
Sr. Director:
Una
democracia moderna está compuesta de dos fuerzas: el oficialismo y la
oposición. De ésta última participan un partido predominante y otros
más pequeños. Los dos primeros pueden representar el 70, 80 o 90% de la
población.
En
su libro "Constitución, poder y control", Ricardo Haro
sostiene: "La vigencia de un régimen democrático exige la
existencia de uno o más partidos políticos de oposición, que no sólo
disputen el acceso al poder con el que lo ocupa, sino que discutan con él
las soluciones políticas a los requerimientos sociales".
Pero,
¿qué pasa si en una ciudad determinada no hay oposición porque los
líderes del oficialismo y la oposición en lugar de contendientes se ven
como socios de negocios? Pues no sólo ya no se disputa poder, sino que no
hay quien le ponga límites al gobierno en turno para mantener el
equilibrio entre las intenciones de la autoridad y el apego a la
legalidad.
Esa
es la situación, Sr. Director, que se vive en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. La oposición en la Ciudad de Buenos Aires está
representada por el presidente del Partido Justicialista porteño, Víctor
Santa María, mientras que el oficialismo, por su parte por la última
expresión viva de Cambiemos, Horacio Rodríguez Larreta.
¿Qué
pasaría si ambos, en lugar de representar a las fuerzas que confiaron en
ellos, se hubieran puesto de acuerdo en ciertos negocios fundamentales y
"jugaran" el rol de opositores?
Es
muy fácil, los medios oficialistas no hablarían del máximo referente de
la oposición y los medios opositores criticarían al oficialismo en
cuestiones generales de forma –y no de fondo- para no complicar los
negocios en curso. También, ambos líderes intercederían ante sus
propias bases y sus referentes para sostener la figura de su supuesto
adversario bajo la consigna de una "conducción abierta o
dialoguista" o una "oposición responsable". Y por último
ambos se votarían todas las leyes que ya negociaron y en las que a cada
uno recibe una porción del pastel. Uno los negocios inmobiliarios que le
son tan caros y el otro aquellos relacionados con la propiedad horizontal
sector, en el que –como Ud. dice- tiene intereses concretos.
Sí
Sr. Director, después de tanto prolegómeno aparece la propiedad
horizontal, los consorcios de propietarios o como Ud. quiera llamarlos.
Para mí los pobres giles que pagamos las expensas.
¿No
le llamó la atención que Santa María impulsó a Filmus –un perdedor
de elecciones serial- como candidato a jefe de Gobierno? ¿Qué en las
actuales elecciones sacó de la manga a dos ignotos de la política para
competir con Rodríguez Larreta habiendo en la ciudad tantos cuadros
políticos moderados de trayectoria?
¿No
le pareció raro que la Ley que impuso el curso del SERACARH que ingresa
anualmente muchísimo dinero a las arcas del sindicato, la impulsó Zago
un legislador del PRO?
¿Se
dio cuenta que la Ley Muñoz fue votada en la Legislatura por el
oficialismo de Cambiemos?
¿Prestó
atención que la Ley Carrillo que pretende entregar los datos laborales,
comerciales, privados de propietarios e inquilinos al Gobierno de la
ciudad fue aprobada con los votos del Bloque peronista que había creado
Santa María?
No
quiero abundar en detalles pero las contraprestaciones parece ser que
fueron la creación de la Agencia de Bienes de la CABA contra la Ley
Muñoz. Ud. mismo lo publicó en su oportunidad, búsquelo.
Es
así como una mano lava la otra y la gente paga las facturas.
Por
supuesto que esto es una gran estafa política. Los votantes de Larreta no
confiaron en él para que haga posibles los proyectos de Santa María en
sus propios consorcios y los que votan al partido del cual Santa María es
presidente no lo hacen para que los sueños de Larreta se hagan realidad.
El
arte de estos dos personajes es hacer creer a sus propios referentes que
están consustanciados con los ideales de sus propios partidos. Para
Alberto Fernández, Santa María debe ser es un "cumpa" y para
Mauricio Macri, Rodríguez Larreta un baluarte. Sin embargo me gustaría
ser mosca para escuchar a esos dos conversar cuando en la privacidad de
algún encuentro "de trabajo" se toman un cafecito.
Cuando
Macri se enoja con Santa María, Clarín saca en tapa que las expensas
suben por culpa de los encargados o recuerdan el caso de Stangalini y
Rodríguez Larreta debe interceder. Cuando un periodista de Página/12
publica algo "pesado" que no le gusta al oficialismo, Santa
María le pide que pare la mano y al final debe renunciar.
Así
que, Sr. Director, sepa que vote a quien vote al final van a ganar los dos
y probablemente la propiedad horizontal lo sienta sobre su propio lomo
durante los próximos cuatro años