El
hombre más inteligente
En
un avión monomotor, estaban a bordo: El Papa, George Bush, un joven mochilero
y Ruckauf.
Todo
bien, la gente se hizo amiga, eso parecía... Pues bien. El vuelo estaba
prosiguiendo normalmente cuando, de repente, el piloto comunicó al extraño
grupo de pasajeros que el motor del avión estaba descompuesto.
No
había como evitar la caída del aparato y el piloto estaba saltando con el
paracaídas.
Antes de saltar, avisó:
—Junto
a los señores hay tres paracaídas. Dividan los tres por los cuatro, o como
les parezca mejor.
Bush
inmediatamente se apropió del primero y, antes de saltar, explicó:
—¡Soy
el presidente de la mayor potencia mundial! ¡El mundo precisa de mí! ¡No
puedo morir ahora!
Ruckauf, luego, declaró que él no era presidente, pero era el hombre más
inteligente de la Argentina y por
eso tenía que sobrevivir al panel. Y saltó.
Quedaron
los dos últimos.
El
Papa, entonces dijo:
—Mi
hijo, vos sos joven, y yo soy un anciano. Puedes usar el último paracaídas,
yo me quedaré en el avión, haciendo mis oraciones.
El
mochilero, sensibilizado, aclaró:
—Muchas
gracias por su generosidad, Santidad, mas el sacrificio no es necesario. Hay
dos paracaídas para los dos. El hombre más inteligente de la Argentina saltó
con mi mochila...
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