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Arte sin techo Sorpresivamente el arte abre a la gente sin techo un espacio que el mundo material le niega Desde hace años, con sus primeros murales, personas que vivieron y durmieron en la calle luchan juntos por un proyecto común Hoy exponen sus obras en la Legislatura Porteña, en el Centro Cultural San Martín y trabajan en su propia cooperativa [BPN-7/7/05] Un mural inmenso, del que resta muy poco por terminar, pareciera dar la bienvenida a todos los que se acercan a conocer el mundo de la "Cooperativa Arte sin Techo" que está a pocos metros de Medrano y Rivadavia. Al llegar uno se puede encontrar con personas que trabajan duro para poder cumplir un sueño: crear un espacio libre para desarrollar su propio arte. Eduardo, Víctor, Julieta, Javier, Juan Carlos y Julio César son algunos de sus hombres y mujeres. Ellos vivían y dormían en la calle. La historia de Arte sin Techo comienza con "Los caminos de los murales" una iniciativa del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que nació para embellecer las paredes ocupadas con pintadas políticas. Fue así que para la materialización final decidieron convocar a quienes hoy son sus protagonistas: pintores que dormían en la vía pública que, a veces imposibilitados de satisfacer necesidades básicas como el alimento, utilizaban la pintura como único medio de expresión de su realidad, demostrando que lo que no tenía techo era su necesidad creativa. ¿Qué puede considerarse y qué es lo que nosotros consideramos arte? Estas discusiones han sido muy frecuentes desde el inicio de los tiempos. Sin embargo, nadie puede negar que el arte actúa como un espacio de expresión, un ámbito donde los hombres se manifiestan. "Estaba sin trabajo, mal psicológicamente, un tanto deprimida y encontré en la pintura un espacio de recuperación", destacó Julieta. Estas personas, en su mayoría, tienen en común haber estado "en situación de calle" y el deseo de ser capaces de "hacer arte" pintando desde lo que son y con los recursos que tienen. Es curioso ver cómo todos definen su situación de la misma manera: "situación de calle". Estas tres palabras les permita etiquetar o, tal vez, tratar de disminuir la crudeza de la falta de un derecho básico: una lugar digno donde poder dormir. Para muchos el primer paso de un artista es comenzar por aprender y lograr dominio sobre las técnicas y los procedimientos disponibles. Pero... ¿qué sucede con aquellos que no cuentan con los recursos necesarios para conquistar ese conocimiento? ¿quedan al margen del mundo de la creatividad? ¿no pueden ser llamados artistas?. Este grupo no hizo concesiones. Se atrevieron a soñar un arte sin techo y hoy con esfuerzo y trabajo están a las puertas de inaugurar un techo para su arte. Un espacio para pintar y desarrollar el total de sus actividades artísticas reciclando una vieja casona que aportó el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a la cooperativa que conformaron. En la mayoría de sus obras, como en "Paisaje del Norte", "Cholita salteña" y "Mateada", se pueden encontrar paisajes rurales donde el campo aparece como una constante. Muchos de ellos son de Tucumán, Salta y Jujuy. Además, conviven en sus pinturas juegos de figuras, representaciones sobre el cosmos, abstractos y hadas en diferentes estilos y con amplia variedad de colores. Todos los hombres, de una u otra manera, buscan trascender, dejar algo propio que permanezca en el tiempo como algo eterno que les pertenece. Y estas obras son capaces de representar un pedacito de sus vidas, de sus deseos y de lo que son: algo que nada hará desaparecer. La dimensión social del ser humano se manifiesta de diferentes modos. El hombre no puede vivir solo, necesita de un otro para conformarse como sujeto. Todos "somos" en una sociedad, en una cultura. Quienes forman esta cooperativa, coordinada por la Sra. Felicitas Luisi, no solo tenían una carencia material sino también una carencia de vínculos, de lazos: "Cuando no tenía más nada en la vida aparecieron los colores. La soledad me los puso en el alma", destacó Juan Carlos.
El arte suele ser individual, un espacio donde se trabaja solo. Es en la soledad en la que parece inspirarse, en la que es capaz de crear. Encerrado en su taller, resuelve sus desafíos por caminos y dinámicas que no se pueden explicar. "En la Cooperativa somos tan diferentes que todos tenemos nuestro mundo y eso es difícil para mí. Yo, por ejemplo, soy muy individualista y estoy tratando de aprender", sostuvo Víctor. Una lucha entre un "yo" y un "nosotros" que seguramente no percibe que quedó instalada como una invisible deuda pendiente del universo social en el que vive. "El cooperativismo es solidaridad y donde no hay solidaridad no sirve. Primero hay que mamar y pasar por todo lo que los dieciocho fundacionales pasaron y después se podrá ser aceptado en la cooperativa. Pero con una razón lógica: no excluir a nadie", destacó Juan Carlos. Como grupo aprenden a diario a afrontar las dificultades. Juan Carlos explicó que "la dificultad mayor son los recursos. Son muy pocos con los que se cuentan. Hay muchísimo más capital humano pero está bastante maltratado en Buenos Aires. Si se le diera más importancia pienso que el dinero se podría generar más fácilmente". Al mismo tiempo, cargan con los prejuicios de una sociedad que vive de espaldas a los restos que ella misma deja al borde de un camino malamente transitado. Víctor cree que los ven como un "cuco". "Se asustan y dicen: ¿quién es esta persona tirada?. Lo primero que les sale es agredirte. Al tener ellos otra comprensión, otro modelo y otra formación me parece que tendrían que ser más educados y entender que sigue siendo una persona". Víctor resaltó que la gente de la calle "allí tiene su casa, en las cuadras, en las veredas, en las YPF donde se pueden bañar. Tienen el cielo como abrigo y una cortina como cama donde pueden tirarse con una frazada y dormir". Él considera que para que haya un futuro mejor "no tendría que haber nadie en la calle, debería haber trabajo, paz, dignidad y salud. Yo pienso que si sembramos bien podemos cosechar un país muy bueno". Por otra parte Javier, el más joven del grupo, ve que "mucha gente tiene ganas de ayudar y te ayuda en lo que pueden. Están, pero son pocos". Javier llegó a la cooperativa por su papá que también estaba en "situación de calle". Tiene una mirada crítica y asume cierta culpa: "creo que los que estamos en la calle en algún momento nos equivocamos. Pero el hecho de estar en la calle no significa que debamos ser tratados de forma diferente. Somos personas que la estamos pasando mal". Javier no delega responsabilidades en otros y empieza por asumir las propias. Explicó que "es muy fácil quedarse en la calle, tener todo a mano, no gastar en techo, hacés plata y la gastás en lo que vos querés. A mí eso no me gusta". Él ve en la cooperativa una esperanza: "Si no apostás al futuro no sos nadie. Cuando vi la oportunidad de formar parte ni siquiera lo dudé". En este sueño colectivo están desarrollando un proyecto que, en un futuro, les permita dar talleres, cursos y llevar un bar temático. Ellos quieren trabajar, dijo Eduardo: "hemos pasado momentos muy malos, los estamos pasando. Nuestra idea es no depender de un subsidio y poder encaminarnos, tener una vida normal, que cada uno pueda contar con una vivienda y vivir dignamente. Nada más, no es ninguna cosa del otro mundo". "Nosotros tenemos el cooperativismo, no salimos a hacer política a la calle. Salimos a pintar murales, a traer gente. Otro tipo de política más realista: una que te dice "eso que está tirado en la esquina, no es una botella de gaseosa, es una persona a la que hay que tenderle la mano", subrayó Juan Carlos. Ellos hallaron un camino y decidieron no abandonarlo. Una vez Richard Bach en su libro Juan Salvador Gaviota dijo: "no creas lo que tus ojos dicen. Sólo muestran limitaciones. Mirá con tu entendimiento, descubre lo que ya sabes, y hallarás la manera de volar". Seguramente, ellos encontraron en el arte una manera de volar que, pese a todo, les permite creer en un arte sin techo. Exposiciones En octubre de 2002 realizaron su primera muestra con más de un centenar de obras, todas de su autoría. Hace unas semanas, expusieron en una feria de Belgrano ubicada en Juramento y Ciudad de la Paz. Desde el 28 de junio y hasta el ocho de julio tendrán su muestra en el Hall de Honor de la Legislatura Porteña. El domingo 3 julio expusieron en La Boca y el lunes 4 del mismo mes llevaron parte de sus trabajos al Centro Cultural San Martín donde se podrá visitar hasta fin de julio. |
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